Era euforia. Euforia entre barriles volcados que chorreaban
gasolina y un cigarro entre mis dedos. La euforia del “¿A qué me muero? ¿A qué
no?”. Y reír. Me reí tanto. Reía a morir. Y las venas me latían con fuerza, y
mi corazón bombeaba con tanta rabia que creía que iba a estallar y me iba a
perder el espectáculo de asistir a mi propia muerte. Menudo espectáculo. El
mayor espectáculo jamás visto. “Nick Night, el increíble chico incombustible” y
luego BUM, estallar hasta no dejar nada atrás. Arder en llamas y seguir riendo.
Reír hasta quedarse sin aire, y luego seguir riendo. Más allá, mucho más allá
si es que había un “más allá”. Y el cigarro que parecía que se resbalaba pero
luego decía “No te vas a morir hoy, Nick, no así” y yo que decía “¿Por qué no?”
y la voz de Su atrapada en mi cabeza como un bumbumbum que no dejaba de obligar
a mis neuronas a gritar más fuerte. MÁS. MÁS FUERTE. GRITANDO.
Y la euforia de SU. PORQUE ERA SU. ATRAPADA EN MI CABEZA.
ysisunoexistía. ysisunohabíaexistidonunca. nuncaexistido. NUNCA. PERO SU ESTABA
ATRAPADA EN MI CABEZA. Y BUMBUMBUM.
El cigarro se resbalaba y yo decía que no, pero él decía
“Ah, ahora sí, ahora ya te puedes morir, Nick. Así sí” y Su se reía en mi
cabeza. Se reía con toda la euforia atrapada en su interior. Pero Su no tenía
interior porque SU NO EXISTÍA. SU NO. NO ELLA. YO. siemprehabíasidoyo.
Y la euforia dejó de aplastarme el pecho. La gasolina y el
cigarro envolviendo mi cuerpo. Pero ya no había euforia ni risas. Todo estaba
en minúsculas, como un murmullo. Todo muy apretado, muy rápido, todo demasiado
rápido.
sunoexistía. suno. nuncasu.
yyomemoría. sinreír. sineuforia. sinsu.
morir.
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