1 de enero de 2014

Feliz Año Nuevo

Y había un gran fuego, una hoguera, en mitad del bosque. Y silencio. Mucho silencio.
Y alguien dijo que había que quemar deseos y nadie respondió porque quemar deseos era lo único que habían hecho durante todo el año. Y desgastarlos. Y destruirlos hasta que sólo quedaban las cenizas. Y ya habían tenido bastantes cenizas para diez vidas.
Pero aun así recogieron los trozos de porcelana del jarrón de las cenizas y escribieron en papeles. En silencio. (Escribieron el silencio)
Y los arrojaron al fuego. Siguieron quemando deseos sin que ninguno de ellos hablase. Observando cómo los bordes se carcomían hasta que no había rastro de tinta ni de (...). Y el que antes había hablado entonces se arrepentía de haberlo hecho y trataba de no cortarse la lengua y abrasarla también (porque sus mejillas ardían con cada lágrima que no quería dejar caer pero tampoco podía evitar que se precipitase al vacío (el evento de caer)).
Los deseos se estaban muriendo pero a nadie parecía importarle. Y todos seguían mudos mientras el fuego se extendía por el bosque. Y pensaron "¿Arderá?" pero no hicieron nada para evitarlo (y ardió de muchas formas, pero no de la verdadera).
Y alguien dijo "Feliz Año Nuevo", pero no lo dijo, sino que se escapó su pensamiento y un murmullo rompió las cenizas y los golpeó. Y "Feliz Año Nuevo" respondieron mientras observaban las llamas. "Da buena suerte. Quemar deseos da buena suerte", y todos asintieron pero nadie se lo creyó.
Cuando los deseos dejaron de arder había un gran vacío en el interior.
Agujeros de balas que no podían cerrar.
Pero daba buena suerte.

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