7 de enero de 2014

Del frío que saludaba pero nunca se quedaba

Tengo una amiga que pregunta. Pregunta mucho. Y se interesa por las respuestas. Lo sé, nadie se espera nunca que siga habiendo gente así, pero alguien habrá porque el mundo es muy grande y yo estoy muy cansada como para recorrerlo entero.
Hoy ha vuelto a preguntar. Y me ha dicho "¿Qué es para ti el frío?" y creo que ha venido porque justo antes yo había susurrado (tatuarse el frío en las costillas) y luego lo había susurrado otra vez en twitter y, creo, ella lo vio. Y me he quedado pensando porque pensar es algo que hago de vez en cuando y no está del todo mal.
Ahora mismo tengo frío.
Querer cazar es frío.

El frío nunca me ha recordado al hielo —tampoco a la nieve—. El frío nunca me ha recordado a.
El frío es una emoción. Como la tristeza o el arrepentimiento o emociones complejas —tan complejas que nadie podría sentirlas todas—. El frío es. Lo que quiero decir es que el frío te araña los huesos y hace temblar tus tripas y dices "No, no, está bien así" porque se supone que es algo normal y las uñas se te clavan en los muslos pero "No, no, está bien así".
Hablar de frío hacequequieraescribir así. Y pausas. Y luegotantas pausas queno sé. ¿El frío es el alientoentrecortado? Puede serlo —yo no diré lo contrario. Yo no diré que sí—. El frío es muy extraño. A veces el frío es (exhalar) el vaho que vaga vacío en el vasto universo y vagar con él. Otras veces el frío es una chimenea con sus llamas peligrosas y un chocolate caliente, y entonces el frío da calor hasta que la garganta arde —y sólo es posible porque tienes/estás/eres frío—.

—¿Cómo estás?
—Frío.

El frío es azul muy claro y quizás gris muy claro porque toda emoción se merece un color y un himno y también un lema y mil cometas con su nombre.
El frío es muy descuidado. Es una emoción descuidada y egocéntrica. Cuando hay frío sólo puedes pensar en ese frío y sólo puedes soñar con detenerlo y, en ese momento, todo lo que hay a tu alrededor pasa a no importarte porque no es frío. La mayor parte de las veces es posible ahogar al frío, pero ciertas personas se acaban acostumbrando demasiado a él —terminan por necesitarlo y rogar mil veces ante un espejo cubierto de escarcha— y esas personas son las que llevan el frío tatuado en las costillas. Entonces el frío sonríe, explota y las uñas se clavan más hondo (y arrancas trozos de carne y el aire congelado atraviesa los pulmones y "No, no, está bien así").
Yo siempre supe que el frío no era la nieve y que el frío podía quemar demasiado bien. También supe que le gustaba exhalar y luego ah, luego nada.

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