21 de enero de 2014

Mijs puede irse a tomar por culo

Estaba seguro de que me iba a matar un día cualquiera. También estaba seguro (seguro de cojones) de que no quería que eso sucediese. Pero nadie me tomaba nunca en serio cuando lo decía porque "Oh, Mijs, se te ven los huesos otra vez".
Espero que estés contenta, porque al final todo salió cómo tú querías, ¿verdad? Eso de venir a visitarme. Estaba claro que venías a reírte de mí y a decir "Te mueres. Te mueres. Te mueres" mientras yo seguiría gritando a las enfermeras que las vacas no deberían estar en la ciudad. No. No deberían. Ni tú tampoco.
El otro día te olvidaste de mí. Pensé que entonces sí que me estaba muriendo porque oh, si no es por ti resulta que nadie sabe que sigo vivo. Porque oh, porque porque.
Y tuviste todo ese morro de gritarme que "¿POR QUÉ TE HAS IDO?" y yo no me encogí de hombros ni me amedrenté sino que te respondí (también chillando) "TÚ ME LO PEDISTE" y te quedaste unos segundos en silencio. Tan callada como siempre. Pero sin los dedos en las teclas ni el bolígrafo contra el papel. En silencio de verdad. Pensé que quizás había llegado por fin mi hora (no quería, pero sabía que yo, a diferencia de Él. Yo. Ah, yo sí. Yo sí me podía morir en cualquier momento).
Muchas veces me preguntaste por qué lo odiaba tanto y por qué él me odiaba a mí. No sé responder a lo segundo, pero lo primero es porque Él siempre se queda y yo siempre me voy. (porque a Él no le importaría tener que irse y porque yo quiero quedarme).
Cuando te quedaste callada pensé que ya estaba todo dicho (y terminado). Que recogería mis cosas y que no volvería. Pero me dijiste "No, no" y yo pregunté "No, ¿qué?" y tú "No, no. Mijs, quédate" y yo, mira tú por donde, yo no pude negarme. Diría que me alegró que me lo pidieses pero du kannst mich mal. Tú me obligaste a irme, sin siquiera darte cuenta de que ya no estaba hasta que por casualidad "¿Y Mijs?" y oh, Mijs ya no estaba.
Sé que Él se está riendo ahora mismo y que nunca nunca debería hablar de Él porque no es así como esto funciona. Pero tenía que hablarte de Él y hacerte entender (y seguro que todavía no entiendes).
¿Y ahora me quedo? ¿Cuánto me quedo? ¿Me quedo de verdad o me iré sin hacer ruido?
No importa. Echaba de menos agrietarme los dedos en tu estúpido teclado.

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